mercredi, juillet 30, 2008

La melodía del piano


La melodía que sale del piano nos permite imaginar... Que los delfines sueñan con alcanzar las estrellas, y que las estrellas bajan a la tierra a jugar con los búhos. Que hay árboles que no descansan de noche, esos son los más sabios, y esas sombras que ves a lo lejos, son ellos, vigilando que todo esté correcto. Controlan la velocidad del viento, que de noche, suele ser muy juguetón, que las risas de los duendes y de las hadas, no sea muy alta, para no despertar a los niños que están durmiendo en sus camas.Los árboles con muchas ramas, sabéis lo que hacen? Las balancean, para hacer de columpio a las hadas, pero también dejan que las traviesas ardillas, paseen y recojan sus frutos.

Donde la noche duerme bajo un manto de estrellas...

Han venido de pronto, casi sin avisar. Su amigo el sol se escondió entre las nubes, y llamó a las estrellas, que esperaban, detrás de los pájaros para aparecer, brillantes y luminosas. Y hasta la tímida luna ha aparecido por allí. Grande, redonda, blanca, tiene hasta un poco de color en las mejillas. Pero es porque su enamorado el duende balancea la luna y la luna, contenta, apaga las velas.

Mientras todo esto sucede en el bosque y en el cielo, el silencio se hace dueño del viejo piano, y una princesa acude a su jardín donde le espera su amado.

El viejo piano, con sus viejas teclas blancas y negras, suspira, y comienza a entonar una triste melodía. Nadie le escucha ya, salvo la lejana luna. Nadie se detiene a escuchar lo que tiene que contar, y el viejo piano, sigue tocando, noche tras noche, su gastada melodía. Le gusta acariciar sus viejas teclas desgastadas, le hace recordar un tiempo pasado, en el cual, todos los días, los bufones del palacio cantaban, al son de sus teclas, historias de caballeros y princesas, de dragones que echaban fuego por la nariz, y de caballos alados.

La princesa, en el jardín, ríe al escuchar el sonoro beso que su amado le da en la mejilla. Colorada, corre a esconderse detrás de unos arbustos, quiere jugar al escondite con su príncipe, y que esté la encuentre y la haga volar. Lleva un pañuelo blanco, que al correr agita, ondeante con la brisa, lleno de perfume, para que su querido príncipe no se pierda.

Solitario, un delfín juega entre las olas enamorado, la espuma le entretiene mientras un barco le está ignorando.Las estrellas de mar, primas lejanas de las estrellas del cielo, contemplan los juegos del delfín, ellas también querrían poder abrazar las olas, pero sólo se atreven a viajar un poquito, subidas a lomos de las tortugas. Las llevan hacia la playa, y las traen de vuelta, antes de que amanezca. Es un bonito paseo, y desde el caparazón de las tortugas, ven como seduce un pirata a la doncella más hermosa, su barco se está inundando, pero se lleva un beso de su boca.

La noche sigue calmada bajo historias de amor, el duende balancea a la luna y siente celos del sol.

Respira el viento, se levanta sin poder conciliar el sueño, despierta a la estrella más joven y la estrella le arropa de nuevo.Esta estrella soñaba con ser estrella fugaz y conceder deseos a los niños, que, todavía despiertos, miran al cielo, buscando la estela de sus primas, las estrellas fugaces. Sus sueños son bonitos, y están llenos de colores; mientras el viento la balancea, más tranquilo, ella vuelve a dormirse, y sueña y sueña.

Ya todos duermen con la melodía de la vida, pero a lo lejos hay un hombre que dibuja la melancolía.

Hace de su llanto el misterio de amar a una mujer que no comparte el sentimiento.
Hombre de pocas palabras y miles de lamentos.
¿Dónde irás tan lejos si estás tan cerca de la mujer que amas?

Si, el piano, pronto dejará de tocar su canción, pero los árboles seguirán balanceando a las hadas, los duendes con sus siluetas no pararan de jugar, a la luz de la luna, las princesas con sus amados, reirán y reirán, y los delfines con la espuma de las olas, dibujaran corazones, que el viento, pronto se llevará.

El hombre se dio la vuelta y abrazó una silueta, las lágrimas mojaron al viento y la canción terminó en sueño.

P.S: Escrito y publicado por primera vez en galatea.blogia.com el 20 de octubre de 2004.

Libellés : ,

mardi, juillet 29, 2008

Historia en Beslán


Ya se acababan las vacaciones de verano en su ciudad, y Nikolai y su hermana, Tatiana esperaban ansiosos que llegara el día de la vuelta a clase.

Esa semana, sus padres les habían comprado todos los libros necesarios para comenzar a punto en sus respectivas clases.Y sus tíos, haciendo un gran esfuerzo, les habían regalado un par de pantalones y un abrigo a cada uno, para que, en los siguientes meses de frío, no lo pasaran muy mal.

Nikolai comenzaba ese año una nueva etapa. Pasaba de estar en el edificio de los niños más pequeños al de los “grandes”, como decía él. En realidad, pasaba de un ciclo de enseñanza a otro, pero eso, él no lo entendía así.

Estaba demasiado contento pensando en su vuelta al colegio, y sólo tenía ganas de que llegara el día, para poder ver a sus amigos, y empezar a aprender.

Tatiana, a su vez, también estaba contenta por volver al colegio. Ella comenzaba lo que sería su último año, y se le presentaba un curso interesante, con más proyectos y responsabilidades. Sabía que toda su familia estaría pendiente de sus progresos, y de su último año antes de su –verdadera- entrada a la edad adulta.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Aquella noche, tanto Nikolai como Tatiana, prepararon sus respectivas mochilas y la ropa que iban a ponerse al día siguiente.Ella hizo un par de llamadas a sus amigas, para ir juntas al colegio, mientras Nikolai, esperaba a que su madre terminara de coserle las etiquetas con su nombre en su bata de rayas azules.Cuando todos terminaron, eran casi las diez de la noche. Ya quedaba menos para comenzar la escuela.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Sobre las ocho de la mañana, Tatiana salió de casa junto a Nikolai. Iban caminando hacia la escuela, situada a tan sólo tres manzanas de su casa. Ludmila y Viktoria llegaban ya, con unas pocas manzanas en sus manos. Tras los besos iniciales, y darle una de las manzanas a Nikolai, las amigas de Tatiana, les comenzaron a contar sus vacaciones.

Un poco después de las ocho y diez, los cuatro entraban en el patio, allí, mientras las amigas saludaban a los demás compañeros, Tatiana llevó a su hermano al edificio correspondiente, y lo dejó al cargo de su profesor.Se despidió de él con un par de besos, y volviéndole a abrochar el segundo botón de su bata,

-“Pórtate bien Nikolai. Trataré de acercarme a la hora del recreo para verte.”

Tatiana volvió con su grupo de amigas, y al sonar la campana anunciando el comienzo de las clases, se adentraron al patio central, donde el director y los profesores los recibirían.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

En el mismo instante en que acababa la ceremonia de inicio de clases en el patio de la escuela, un grupo armado, vestidos de negro, y con máscaras conseguía avanzar. Terminando, en unos pocos minutos, por apoderarse de toda la escuela y tomar como rehenes a todo aquel que estaba dentro, niños y profesores.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los niños y adolescentes de los distintos edificios fueron llevados al gimnasio, de tres plantas. Eso acababa de convertirse en su peor pesadilla...

Nikolai lloraba desconsoladamente, no conseguía ver a su hermana entre tanta gente, y estaba asustado. Uno de los secuestradores le había empujado, y dicho de muy malas maneras que no se apartara del grupo.

Tatiana, en la planta superior, también asustada por lo que estaba pasando, no dejaba de pensar en su hermano, escuchaba los gritos y los lloros de los niños más pequeños, que le habían dicho estaban en la planta de abajo. Veía los ojos llenos de lágrimas de sus compañeras, y el miedo reflejado en el rostro de sus profesores.

Había podido escuchar como los secuestradores decían a las autoridades que volarían la escuela si la policía trataba de entrar en el centro, por cada baja suya, matarían a 50 niños. ¡¡50 niños!! –¿qué culpa tenemos nosotros?- Igualmente sabía que no lo decían en broma, todos los asaltantes llevaban puestos cinturones cargados de explosivos...

¿Dónde estaba Nikolai? No conseguía encontrarlo entre toda esa cantidad de gente, por lo menos había en esa segunda planta del gimnasio 300 personas, entre alumnos, profesores y asaltantes. Debía ir a la planta inferior, y tratar de buscarlo, pero... ¿cómo? Los asaltantes vigilaban, no dejaban que nadie se acercara a las ventanas, ni saliera de las instalaciones deportivas. Sólo se oía el llanto de los alumnos, los cuchicheos entre los secuestradores, y disparos, de vez en cuando al aire.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tatiana buscó con la mirada a sus dos amigas; Ludmila y Viktoria estaban cabizbajas, sentadas en cuclillas, rodeando sus piernas con los brazos, en un rincón, llorando afligidamente.Se acercó como pudo a uno de los secuestradores, y le pidió ir al baño a buscar un poco de agua para beber, y refrescarse. El secuestrador avisó a uno de sus compañeros, quien acompañó a Tatiana a por agua.

Mientras la joven llenaba una de las botellas que encontró por ahí cerca, escuchó disparos, y sintió la agitación que se levantaba por todo el colegio. El secuestrador la cogió por el brazo, y con fuerza, la empujó delante de él, para llevarla de nuevo al gimnasio.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El aire comenzaba a hacerse irrespirable. Las ventanas permanecían cerradas, no había ninguna corriente de aire que pudiera refrescarlos, y ya no permitían ir a por agua. Al menor ruido, los secuestradores iniciaban una descarga de tiros al techo, para acallarlos. Los llantos de los bebés ya llegaban a oídos de todo el gimnasio, y las protestas de las profesoras de infantil, solicitando que liberasen a los niños.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Nikolai estaba al lado de uno de sus profesores con la mirada perdida. No sabía porqué estaba pasando eso, no sabía más que tenía mucha sed, y que quería irse con su hermana.Hacía calor en ese espacio, todos los niños de su edad y los más pequeños compartían un espacio mínimo. Muchos de ellos estaban tumbados, pegados unos a otros, sin poder moverse, sin hacer nada de ruido. El calor comenzaba a ser sofocante, y los gritos de los bebés no hacían más satisfactoria el cautiverio.

Alguien dijo que unos pocos podían irse con un par de profesoras. Nikolai se levantó para irse, como gran parte de los que estaban a su lado, pero, los hicieron volver a sentarse, a base de más disparos al aire. –el estruendo que se escuchó por toda la escuela-

Los secuestradores llevaron a los niños hacia la puerta, y allí, otros los llevaron hacia la puerta central del colegio. Eran los primeros liberados.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tatiana estaba exhausta. Llevaba allí algo más de un día. No les habían permitido beber, ni abrir las ventanas, muchos de los alumnos se habían quitado ya las camisetas. El ambiente era irrespirable. Los secuestradores no les dejaban moverse, ni hablar. Tatiana había tratado de convencer a uno de ellos para que la dejara bajar a buscar a su hermano, pero hacían oídos sordos a sus súplicas. Estaba desesperada pensando en que podía haber pasado allí abajo, tras los numerosos disparos y las explosiones de aquella mañana. Necesitaba estar junto a Nikolai, junto a sus padres, y pensar que todo eso no era más que una pesadilla. Una dura e irreal pesadilla.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Nikolai seguía asustado, no había podido dormir bien, estaba incómodo, tenía ganas de ir al baño, y no podía ya ni llorar.Se tapaba los oídos para no escuchar más disparos.Cualquier explosión en el colegio le sobresaltaba.Ya no distinguía si era de día o de noche, a pesar de que los rayos de sol iluminaban todo el gimnasio.

Quería agua.

Necesitaba agua.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Algo ocurre, musitó Tatiana entre sueños. Se escucharon más disparos, pero éstos provenientes de la calle. El gimnasio entero parecía haber despertado, y los alumnos, puestos en pie, se acercaban a la puerta, sin importarles los disparos al aire, ni los pisotones, ni los gritos de los secuestradores. Querían salir, y algo les había empujado a hacerlo en ese momento.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

De repente hubo una explosión. Los asaltantes comenzaron a disparar a los alumnos, las explosiones se escuchaban por todos los pasillos del colegio. Tatiana trataba de alcanzar las escaleras para ir en busca de Nikolai. La gente no podía salir y estaban rompiendo las ventanas. La gente corría en todas las direcciones. Las balas llegaban de todas partes.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Cuando Tatiana logró salir, un socorrista le dio una botella de agua, y un bocadillo, y la llevó hacia la otra calle. Ella le preguntaba por su hermano, ¿Ha salido? ¿Lo has visto? ¿Dónde está?. Pero él no lo sabía, y la dejó sentada en la acera, mientras iba a por más gente a la que ayudar.

Tatiana se levantó, y fue buscando, uno por uno, a su hermano, entre la gente que estaba de pie, desnuda, con una botella de agua en la mano, esperando que alguien les dijera que había pasado.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tatiana gritaba el nombre de Nikolai, con la poca fuerza que le quedaba, las lágrimas inundaban su rostro temiendo que siguiera dentro. Se acercó a la puerta del patio, por donde los alumnos seguían saliendo, corriendo, huyendo de aquella pesadilla.Nikolai estaba allí, era llevado en brazos por un hombre, sólo llevaba puestos los pantalones, y sus brazos y espalda estaba llena de sangre.

Pero estaba vivo.
P.S: Escrito y publicado por primera vez en galatea.blogia.com los días 4 y 6 de septiembre de 2004.

Libellés : , ,

lundi, juillet 28, 2008

Barquitos de papel


Aquella mañana, al despertar, recordó su sueño con todo detalle, y se dispuso a cumplirlo. Todavía guardaba dentro de él a ese niño interior, que tantas personas le habían negado que poseía, pero hoy, era el día de demostrar que los locos también viven.

Se preparó para ir a trabajar, se tomó un buen desayuno, preparó los papeles en su maletín, cogió su reloj sumergible, y con una amplia sonrisa, abandonó la casa.

De camino al trabajo, se encontró con la fuente, la que iba a ser la testigo de su hazaña, o quizás locura. La saludó con un guiño simpático,

-“Luego nos vemos.”

y continuó el camino.En el trabajo todo igual, mismas caras, mismos papeleos, mismos problemas. Iba a ser un día rutinario, así que en un momento de descuido, se acercó a la fotocopiadora, cogió una hoja de papel, la dobló en cuatro, la escondió en el bolsillo de su chaqueta, y se fue a tomar el almuerzo.

Se acercó a la fuente, y se sentó en el borde, se quitó la chaqueta, se remangó los pantalones, y cogió la hoja de papel, hizo un par de pliegos, y voilá! Ya tenía un barquito de papel.

Lo puso en el agua del estanque, metió el brazo en el agua, hasta el codo, y comenzó a agitar el agua, simulando el oleaje marino. El barco comenzó a moverse, a girar sobre si mismo, y a acercarse al remolino que había creado con la fuerza de su brazo.

El barco se precipitaba hacia el remolino que, mojado por sus lados, comenzaba a hundirse poco a poco.

El niño interior se estaba divirtiendo de lo lindo, recordaba que en su sueño había conseguido atraer a gente, y que cada uno había llevado un barquito de papel, como el suyo, pero de momento, sólo pasaba algún curioso que se le quedaba mirando con cara extrañada.

En cuanto el barquito de papel terminó de hundirse, él recuperó las formas, se volvió a poner la chaqueta, se puso bien los pantalones, y volvió a la oficina, como si no hubiera ocurrido nada.Pero... Decidió que volvería a hacerlo al día siguiente, y al siguiente, hasta que alguien lo acompañara en su particular búsqueda de la felicidad, y llenara la fuente de barquitos de papel, como en el sueño de su niño interior.
P.S: Escrito y publicado por primera vez en galatea.blogia.com el 22 de junio de 2004.

Libellés : , , , ,

mardi, juillet 22, 2008

El soplo helado de Circius


El misterioso hombrecillo cerró la puerta del portal tras de sí. Me dio el tiempo justo de verle entrar, con una miniatura canina de color blanco y pelo rizado acurrucada en sus brazos. Ambos me miraron a través del cristal, y creí reconocerlo, en el mismo instante en que nuestras miradas se cruzaron. Pero cuando me quise dar cuenta, mis pasos me habían llevado ya unos metros más adelante, y sólo me quedé pensando en que otra parte lo había visto anteriormente.


El hombrecillo llevaba un abrigo de tela verde oscura, y un sombrero inglés, del mismo corte. Un estilo harto complicado de encontrar en la Ciudad del Viento. Me pareció distinguir una barba de dos, o acaso tres días, blanca, que dejaba asomar, una tez blancuzca y una nariz achatada, colorada por el frío nocturno y los vientos.


El can era pequeño, y bastante tranquilo. Era además bastante acomodado ya que parecía preferir los brazos de su amo, antes que pisar el frío suelo de la calle. Demasiado raro para un perro de aguas.

Me paré en un semáforo en rojo. ¿De qué podía sonarme esa cara? Solía recordar las caras de las personas, sus voces, y el momento exacto en que las conocía por primera vez. Las primeras palabras que pronunciaban aparecían frente a mí, como dibujadas a fuego en mi mente. Cerré los ojos, creyendo que de esa manera, era más fácil recordar. El claxon de un coche me despertó de mis ensoñaciones, y entonces lo volví a ver.

Fue hace unos pocos meses en un parque cercano. Por aquel entonces, el hombrecillo no llevaba ninguna mascota consigo. Pero sí el abrigo verde. Iba a pasar por delante de él, cuando sacó las manos del bolsillo, haciendo caer los guantes de piel al suelo. Me agaché, y le dije, ya por detrás, que sus guantes se le habían caído. Se los tendí, mientras me fijaba en su gesto. Era un hombre apuesto, estaba entrado en años, pero no impedía que tuviera esa elegancia característica de los caballeros. Alargó su mano a la par que una sonrisa traviesa brotaba en su rostro.

Uno de los vientos más juguetones de toda la Ciudad del Viento es Circius. Es un viento molesto, algo cargante, pero buena persona. Suele bajar de sus adoradas montañas varias veces al mes, sobre todo en la época en la que el verano deja paso al otoño. Su mayor característica es que cuando se acerca a la Ciudad del Viento, Circius llega dando grandes pasos, mientras su espalda, aparece cubierta por un abrigo de paño fuerte, de modo más o menos inclinada. Dice que así no deja un solo lugar por el que haya pasado, que se quede sin su visita. Es un viento azulón-verdoso, lleno de remolinos bajo su largo gabán verde oscuro. Tiene la cara blancuzca, como si le hubieran echado polvos de talco encima, pero no se debe más que a su poca exposición al sol. Y cuando se enfada, hace que la temperatura baje varios grados, y ni las bufandas son capaces de soportar el viento helador.

Cuando baja a la ciudad, le gusta recorrer todos los grandes paseos, y quedarse unos cuantos días por allí. Le gusta sobre todo visitar los parques, tan amplios, y llenos de árboles con hermosas hojas marrones y anaranjadas, que parecen gritarle que desean dar una última vuelta antes de caer en el olvido y ser rastrilladas por los barrenderos municipales. Circius las escucha, y tras esconderse detrás de las fuentes, les sopla con violencia, para que se desprendan de sus ramas. Comienza ahí un gran viaje para las hojas que no caen directamente al suelo, sino que primero se elevan unos metros. Circius les dice adiós con la mano, en un gesto que apenas se percibe, mientras ellas exclaman emocionadas, por poder comparar la altura de sus árboles, y ver el nido aquel del que la hoja vecina se quejaba, o incluso hacen competiciones entre ellas para ver quién de todas ha dado más vueltas en el aire, o cual ha caído de manera más graciosa. Cuando caen al suelo, sus espíritus cambian, se volatizan en el aire, como esporas desenfrenadas, y se amontonan en el sombrero de Circius.

Entonces él camina a paso lento con las manos cruzadas en su espalda, esperando el momento apropiado en que nadie lo vea, para sacar sus guantes, y recoger allí todas aquellos pólenes que más tarde, Céfiro cuidará para la estación primaveral. Entre los dos, habían reunido una gran colección de esporas que habían hecho crecer árboles dóciles en el Jardín Botánico, y que hoy en día, eran admirados por los ciudadanos de Ciudad del Viento.

Pero Circius era también muy hogareño. Eso de bajar a la “gran ciudad” no le gustaba mucho. Le daba dolor de cabeza, y luego, al volver a casa, estaba de muy mal humor. Y además, por si eso no fuera poco, tenía que abandonar durante unos días a sus retoños. Claro que los dejaba al cargo de la niñera, Celine, y también ama de llaves. Pero aunque la quería con locura, creía que ésta utilizaba la cachiporra, cuando sus niños salían a las montañas y jugaban al escondite. Le molestaba que ellos nunca le contaran nada de sus travesuras, ni que Celine, la niñera, le pasara un informe de lo que había ocurrido durante su ausencia. En cuanto él volvía, ellos se reunían en el salón, al lado de la chimenea, y esperaban pacientemente a que Circius les contara que había hecho en la gran ciudad.

Celine les traía a los pequeños aprendices de viento y ecos, una gran taza de chocolate caliente, y a Circius una tetera de agua caliente, y una cajita de madera con varios sobrecitos de tés variados. Luego se sentaba y escuchaba con atención las noticias que traía Circius de la Ciudad del Viento.

Libellés : ,

Ensueño de ángeles


De la noche a la mañana, su vida dio un giro relativo. Recordaba que el reloj digital de su mesilla, marcaba las once y media de la noche cuando decidió cerrar los ojos, recordaba su último monólogo, pegada a la almohada de plumas, preguntándose los porqués, mientras escuchaba en sus pausas, la respiración tranquila y continuada de ella.
Apenas sí tuvo tiempo para abrir los ojos, llorar y buscar consuelo. Allí donde esperaba que alguien la ayudara, no había más que la nada, infinita y vacía. O tal vez sí había algo... O alguien.

Se levantó en silencio de la cama. Su cuerpo ajeno a sus pensamientos permaneció tendido. Se sentía libre. Frágil. Etérea. En el sillón orejero de la esquina de la habitación, estaba él. Se presentó como Lucas. Su ángel guardián. Su próxima guía. Hablaba entre susurros, en una melodía de sonidos rítmicos que se encadenaban con una sonrisa alentadora.

-“Es hora de despedirse.” Le dijo.

Ella contempló su alrededor. Creía conocer que no tendría mucho tiempo. Siempre había sido así en las películas y en los libros. ¿Porqué habría de cambiar con ella? Su pequeña obra de arte permanecía sosegada en la cuna, con los ojos abiertos de par en par. No sabía muy bien como despedirse, no entendía tampoco como podría dejar de sentir a su pequeña, de escucharla llorar cuando tuviera hambre, o de verla reír cuando se bañara. No quería saber que se perdería toda su infancia, sus primeros pasos, sus primeras amistades de guardería. Ya no la tendría a ella para crecer.
Apoyó sus manos en el reborde de la cuna. Ella le sonreía, parecía verla y sentirla, como si nada hubiera cambiado.

-“Seguiré velando tu sueño, noche tras noche. Te susurraré canciones de cuna, siempre que no puedas dormir. Te soplaré vientos cálidos en los ojos, para que cuando estén cansados de tanto llorar, puedan cerrarse despacio y soñar con cosas bonitas. Guardaré silencio en la mañana, cuando te mires al espejo y veas la muchachita en la que te has convertido. Cubriré con mis alas los rumores de la gente que te haga daño, para que escuches en la tranquilidad de tus pensamientos la verdad del amor. No me verás, pero me sentirás. No me alcanzarás, pero estaré próxima a ti. Te siento y te quiero.”

Lucas la atrajo hacia sí. Ella se sintió caer en un pozo profundo, mientras la pequeña cerraba los ojos. Había escuchado todo lo que su madre le había confesado en su última noche. Y lo recordaría años después, como un eco reflectante en sus sueños.

Era la hora de irse, Lucas y ella se alejaron de la habitación. Emprendieron el vuelo a través del pozo iluminado por luces blancas y brillantes, lleno de recuerdos. Mantendría la distancia con su vida terrenal durante unos días.

Pero volvió muchas noches más para velar por ella.

P.S: Escrito y publicado por primera vez en galatea.blogia.com el 5 de diciembre de 2005.

Libellés : , , , ,

Safe Creative #1401260111977