mercredi, juillet 30, 2008

La melodía del piano


La melodía que sale del piano nos permite imaginar... Que los delfines sueñan con alcanzar las estrellas, y que las estrellas bajan a la tierra a jugar con los búhos. Que hay árboles que no descansan de noche, esos son los más sabios, y esas sombras que ves a lo lejos, son ellos, vigilando que todo esté correcto. Controlan la velocidad del viento, que de noche, suele ser muy juguetón, que las risas de los duendes y de las hadas, no sea muy alta, para no despertar a los niños que están durmiendo en sus camas.Los árboles con muchas ramas, sabéis lo que hacen? Las balancean, para hacer de columpio a las hadas, pero también dejan que las traviesas ardillas, paseen y recojan sus frutos.

Donde la noche duerme bajo un manto de estrellas...

Han venido de pronto, casi sin avisar. Su amigo el sol se escondió entre las nubes, y llamó a las estrellas, que esperaban, detrás de los pájaros para aparecer, brillantes y luminosas. Y hasta la tímida luna ha aparecido por allí. Grande, redonda, blanca, tiene hasta un poco de color en las mejillas. Pero es porque su enamorado el duende balancea la luna y la luna, contenta, apaga las velas.

Mientras todo esto sucede en el bosque y en el cielo, el silencio se hace dueño del viejo piano, y una princesa acude a su jardín donde le espera su amado.

El viejo piano, con sus viejas teclas blancas y negras, suspira, y comienza a entonar una triste melodía. Nadie le escucha ya, salvo la lejana luna. Nadie se detiene a escuchar lo que tiene que contar, y el viejo piano, sigue tocando, noche tras noche, su gastada melodía. Le gusta acariciar sus viejas teclas desgastadas, le hace recordar un tiempo pasado, en el cual, todos los días, los bufones del palacio cantaban, al son de sus teclas, historias de caballeros y princesas, de dragones que echaban fuego por la nariz, y de caballos alados.

La princesa, en el jardín, ríe al escuchar el sonoro beso que su amado le da en la mejilla. Colorada, corre a esconderse detrás de unos arbustos, quiere jugar al escondite con su príncipe, y que esté la encuentre y la haga volar. Lleva un pañuelo blanco, que al correr agita, ondeante con la brisa, lleno de perfume, para que su querido príncipe no se pierda.

Solitario, un delfín juega entre las olas enamorado, la espuma le entretiene mientras un barco le está ignorando.Las estrellas de mar, primas lejanas de las estrellas del cielo, contemplan los juegos del delfín, ellas también querrían poder abrazar las olas, pero sólo se atreven a viajar un poquito, subidas a lomos de las tortugas. Las llevan hacia la playa, y las traen de vuelta, antes de que amanezca. Es un bonito paseo, y desde el caparazón de las tortugas, ven como seduce un pirata a la doncella más hermosa, su barco se está inundando, pero se lleva un beso de su boca.

La noche sigue calmada bajo historias de amor, el duende balancea a la luna y siente celos del sol.

Respira el viento, se levanta sin poder conciliar el sueño, despierta a la estrella más joven y la estrella le arropa de nuevo.Esta estrella soñaba con ser estrella fugaz y conceder deseos a los niños, que, todavía despiertos, miran al cielo, buscando la estela de sus primas, las estrellas fugaces. Sus sueños son bonitos, y están llenos de colores; mientras el viento la balancea, más tranquilo, ella vuelve a dormirse, y sueña y sueña.

Ya todos duermen con la melodía de la vida, pero a lo lejos hay un hombre que dibuja la melancolía.

Hace de su llanto el misterio de amar a una mujer que no comparte el sentimiento.
Hombre de pocas palabras y miles de lamentos.
¿Dónde irás tan lejos si estás tan cerca de la mujer que amas?

Si, el piano, pronto dejará de tocar su canción, pero los árboles seguirán balanceando a las hadas, los duendes con sus siluetas no pararan de jugar, a la luz de la luna, las princesas con sus amados, reirán y reirán, y los delfines con la espuma de las olas, dibujaran corazones, que el viento, pronto se llevará.

El hombre se dio la vuelta y abrazó una silueta, las lágrimas mojaron al viento y la canción terminó en sueño.

P.S: Escrito y publicado por primera vez en galatea.blogia.com el 20 de octubre de 2004.

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